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Portada de la Constitución Mexicana Imagen de Wikimedia |
México atraviesa un periodo singularmente polémico con las nuevas reformas propuestas por el gobierno de Morena y la presidencia de Claudia Sheinbaum. Lo cierto es que no es exclusivamente nuevo régimen dentro del aparato político mexicano, y amarillismo el la aprobación de leyes que resultan ser perjudiciales para la población en la mayoría de casos e incluso autoritarias en los casos extremos.
Ante esta situación la cultura jurídica es uno de los pilares más transcendentales para formar en nuestra sociedad un entorno más justo y democrático. Más allá de la Constitución, las leyes que enaman de ella y los tratados internacionales, la cultura jurídica se manifiesta en el día a día, es decir, en el respeto a la ley, las prácticas dentro del gobierno y por ende las relaciones entre el Estado y la ciudadanía.
¿Que es la Cultura Jurídica?
De manera simple son los conocimientos, las actitudes y las prácticas sociales que cada individuo realiza en su comunidad (o nación) manteniendo la armonía con la ley y la justicia (o el Estado, valga la redundancia). En este sentido, su importancia radica en su base simbólica y práctica sobre la cual se forma el Estado de Derecho, promoviendo la participación ciudadana y el combate contra la corrupción.
También puede entenderse como el conjunto de valores del Estado de Derecho tiene bajo el respaldo de las instituciones jurídicas, según Friedman. Está noción incluye la forma en que la gente percibe el papel de la ley. No es lo mismo tener un cuerpo legal moderno que una sociedad que lo entienda, lo respete o mínimamente lo haga valer. La cultura jurídica implica también la manera en que los jueces, abogados, fiscales, legisladores y policías ejercen y entienden su rol.
En Latinoamérica, muchos países han importado modelos jurídicos de diversas partes del mundo (especialmente México) sin que necesariamente se haya desarrollado una cultura jurídica al menos acorde a dichos modelos. Cómo señala Héctor Fix-Zamudio, “la ley no basta si no va acompañada de una conciencia jurídica en la población”.
Fundamento en el Estado de Derecho
El Estado de Derecho se basa en la importancia de la ley (como la Constitución), la división de poderes y la protección de los derechos humanos. Pero todos estos principios necesitan estar cimentados en una cultura sólida. Tenemos derechos en la ley, pero hacernos de la vista gorda es otra cuestión.
El desconocer de nuestros derechos como ciudadanos (gobernador) y las facultades del Estado (gobernantes) nos vuelve más vulnerables al abuso del poder. En cambio, una ciudadanía educada jurídicamente es más propensa a exigir justicia, rendición de cuentas y transparencia.
En los países con una cultura débil, las leyes se convierten en instrumentos vacíos o incluso en armas de represión. Sin embargo, en aquellos contextos donde el derecho es entendido y valorado por la población, se genera un círculo virtuoso, se fortalece la legalidad, se reducen los índices de impunidad y se consolidan las instituciones democráticas.
Participación ciudadana
Para que una cultura jurídica puede existir necesita de la población y su participación para establecer el bien común. El conocer la ley permite saber que se está reclamando, impugnar decisiones arbitrarias y participar tanto en la vida política como en la elaboración de las leyes. Desde los movimientos sociales hasta el conocimiento jurídico se han convertido en una herramienta real de resistencia social.
Según Freire, habla de la "concientización" como una forma de liberación que ello implica el despertar del sujeto de derecho.
No solo debe limitarse al aprendizaje técnico de las leyes, sino expandirse a una dimensión crítica, que permite cuestionar las estructuras de poder, detectar las injusticias legales y promover una transformación progresiva del derecho. Como sostiene Boaventura, "el derecho debe ser democratizado no solo en su acceso, sino también en su producción y su aplicación".
Lucha contra la corrupción
Uno de los males que más aquejan Latinoamérica en general es la corrupción. Esta no solo genera un profundo escepticismo social hacia el Estado, sino que la cultura jurídica cumple papel clave y muy ocapado como barrera ética contra la corrupción.
Una sociedad que valora la ley y la justicia no tolera semejantes infracciones contra la misma, ni mucho menos la impunidad. Una ciudadanía consciente puede fiscalizar, denunciar y movilizarse frente a la corrupción. Además, garantiza un sistema judicial menos propenso al clientelismo político. El fortalecimiento de una ética profesional también es parte esencial de este proceso, aunque fuera del papel las cosas son muy distintas.
Obstáculos y desafíos
No obstante, la formación de una cultura jurídica enfrenta numerosos desafíos. Entre ellos.
- El formalismo legal, que separa el derecho de la justicia y genera desconfianza social.
- Una educación jurídica, muchas veces alejada de la realidad social y centrada en la memorización de códigos.
- La impunidad estructural, que socava la credibilidad del sistema legal.
- La desigualdad social, que impide el acceso igualitario a la justicia.
Conclusión
Combatir estos problemas requiere una reforma profunda de la educación, así como programas que permiten el acercamiento al conocimiento jurídico bajo una convicción propia.
La cultura jurídica no es un lujo académico, es un derecho y un deber de nosotros como sociedad que aspira por la justicia, la democracia y el respeto por la dignidad humana.
Referencias
- Fix-Zamudio, H. (1994). Estudios de derecho procesal constitucional. UNAM.
- Friedman, L. M. (1975). The Legal System: A Social Science Perspective. Russell Sage Foundation.
- O'Donnell, G. (2004). “Por qué importa el Estado de Derecho”. Desarrollo Económico, vol. 44, núm. 176.
- Santos, B. de S. (2003). El derecho de los oprimidos. Trotta.
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